viernes, 10 de junio de 2022

una habitación propia

Quiero una habitación propia. Una habitación que no tenga que compartir con mi hermana. Una habitación que poder decorar a mi gusto, pegar en las paredes cosas que me representen, elegir qué guardar en cada cajón, dónde esconder los secretos y tener un hámster como único inquilino permanente. Eso es lo único que quería con trece años.

 Y ahora tienes más del doble, pero es lo que sigues queriendo.

Una habitación propia. Luz natural y cortinas translúcidas, té y chocolate caliente, velas y la añorada sensación de tener un hogar. ¿Me dejas un lugar en tu vida? No necesito mucho espacio, es solo un rinconcito. Sentimiento de pertenencia y de comunidad, un atrapasueños y unas cuantas postales y decidir dejarte conquistar mi privacidad. Un abrazo cálido, alguien con quién llorar, territorio de paz y saber que tengo también un lugar mío para poder disfrutar de mi (compartida) soledad.

Sentir, por fin, que estoy en casa. No hablo de todo un piso con suelos de madera natural, paredes blancas y plantas. Y tampoco se trata de una cocina abierta ni grifos dorados ni figuras y recuerdos invadiendo cada rincón. Es solo una habitación propia o una esquinita del salón. En realidad, lo que siempre quise, y de lo que siempre hablo no es de ningún cuarto ni de nada relacionado con la decoración. Es solo una pequeña butaca... en un rincón de algún corazón.

Quiero una habitación propia en el tuyo.
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