Si te lo crees existe, si te lo crees existe. Ese fue el primer mantra que me repetí a la edad de once años. Piedras pintadas, flores que tiñen la ropa y prohibido caminar más allá de la fuente. Sincericidio infantil. Tan inocentes como crueles. Si piensas que algo es cierto incluso cuando estás a solas, entonces, es real. Inventa una fantasía niño raro, histriónico y morboso.
"Si te lo crees existe" también funciona al revés. Haz como si no hubiese pasado y desaparecerá también de tu mente y tus recuerdos. Nunca me han pegado. No he visto como se suicidaba mamá. No he sido despiadado con mis amigos. Jamás le he tocado. No he cruzado las vías solo. Sonrisas de colmillos, ojos arrugados y olor a tabaco.
Si cierro los ojos muy fuerte aparecerá. La escucho susurrándome desde el más allá. Todas las noches hablo con mi madre muerta. Ella me dice misiones, pequeños retos, órdenes que debo cumplir. Y yo, que nunca he sido un niño obediente, las cumplo sin cargos de conciencia. Dicen que cuando alguien se muere se convierte en un santo al que hay que respetar.
Autoestima
inexistente disfrazada de violencia, necesidad de un salvoconducto
que me acaricie la ira y me asegure que el pasado no importa y que
somos como queremos ser. Me tiraría a los brazos de la primera
persona que se fijase en mí para, entonces, aullarle mi amor eterno.
Cariño, compasión, agradecimiento, generosidad. No puedo sentir
amor. Pero si te lo crees existe. Si te lo crees existe.
La
magia es arisca, está hecha solo para los que nos convencemos de que
es de verdad. Cuando me quedo solo, me meto en el armario asesino y
bajo sus escaleras hasta el hoyo. Beso sus escamitas de dragón
duras, calientes y afiladas. Si puedo sentirlas es porque son reales.
Vainilla, suspiros sin lágrimas y no olvidar la cita en el dentista.
Celebro mi brutal crimen perfecto y brindo con la culpa. Al fin somos
dos, ella es mi verdadera mitad, mi única mejor amiga. Con ella o
con él, con ella o con él, con ella o con él... Destruyo todo lo
que me complica la vida, por eso elijo a la culpa. No era nada
personal, lo sentía en las tripas.
Si te encuentras conmigo por la calle yo aparento estar dentro de los límites de la normalidad. La gente se asusta si no pareces todo lo cuerdo que debieras, así que aprendí a disimular. Pero aquí, escribiendo desde el armario de la habitación del fondo, estoy en mi espacio íntimo y más personal. No me preguntes cuánto hay de ficción y cuánto de realidad. Si te lo crees existe, si te lo crees existe. Pero si ignoras lo que has leído, si haces que se te olvide... entonces nada es real.