Orbitaba entre los panecillos de leche y los gofres del súper y, embebida por la música de mis auriculares, me deshice en esa maravillosa eunoia dónde yo todavía estaba en la casilla de salida, a puntito de sacar un cinco. Yo sabía lo que sé ahora y podía tomar mejores decisiones, en vez de saltar sin paracaídas confiando en que justo antes de garabatear el suelo con mis tripas me sujetarías de la mano haciéndome volar como Wendy lo hacía al ladito de Peter Pan, sabiéndose espolvore-hada.
sábado, 3 de septiembre de 2022
otoño