miércoles, 10 de noviembre de 2021

bialetti

 Fue un domingo cuando tomé, por fin, su corazón entre mis manos. Había delicadeza y cariño en la brusquedad de mi ansia por desenvolverlo. Me hubiese gustado hacerlo todo más despacio, en realidad. Examinar minuciosamente su caja original. Quizá así me hubiera percatado de que venía en cinco idiomas, jerogríficos indescifrables para el resto del mundo. Pero a mí aquellas letras me besaban fuerte con lengua materna. 

"Original, único e inconfundible. Patentado". Fue lo único que alcancé a leer antes de levantar la dura solapa de cartón plastificado. Como de costumbre, mi piel se erizaba de emoción a medida que era consciente de que era poseedora del mejor. El mejor entre todos los corazones existentes. Nunca pensé que algún día tendría uno de esta marca.

 Lo saqué tan solo cubierto por un fino papel estampado. Era tremendamente pesado. Otros corazones, incluso de cuerpos más grandes, pesaban la mitad. Rasgué el papel al apartarlo demasiado rápido, pero fue imposible contenerse al entrever su color brillante. Máxima calidad, corazón de especialidad.

 Lo acompañaban sus instrucciones de uso y mantenimiento que leí con atención. A mí alrededor escuchaba críticas ("no pierdas tiempo leyendo eso") y consejos que no había pedido ("todos funcionan igual"). ¡Cómo si se tratase de cualquier otro corazón barato! ¡Cómo si ellos hubiesen tenido alguna vez la suerte de probar uno igual! Ignoré cada uno de sus comentarios. 

 Se supone que ese corazón tiene capacidad para llenar completamente de amor a seis personas normales. Pero ese no es un adjetivo que me defina y estoy muy necesitada, así que creo que le daré un uso individual. Moriré dulce de esa sobredosis.

 Advertencia: Necesita una fuente de calor para su funcionamiento. No hay ningún problema, viviremos en una isla tropical y dormiremos entre sábanas de franela de ser necesario. 

Una cortina de desencanto me abrazó cuando supe que no podría estrenarlo esa misma mañana: "Desechar los tres primeros latidos antes de usar". Leer ese punto me dolió. Puede parecer que no es para tanto aguantar un poquito más después de toda una vida viviendo sin corazón. Dicen que lo bueno se hace esperar, que hay que ser paciente con las cosas que merecen la pena, que la calidad es sinónimo de "a fuego lento". 

 Pero es que yo ya hace tiempo que necesito ese alcaloide psicoactivo estimulante para funcionar. Estuve durante un largo año deseando despertarme cada mañana, por fin, con olor a amor recién hecho.

La felicidad, la ilusión y el amor pueden sentirse de maneras de lo más peculiares, por ejemplo, estrenando una Bialetti moka express de seis tazas.


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